sábado, 18 de octubre de 2008

Cartelera terca, dique reventado

Fotografía aquí

Cuando nos trasladamos a Barcelona a nuestra nueva residencia necesitábamos de manera urgente tener el servicio de internet, cuestión que resulta importante cuando vas dejando de manera permanente una enorme estela de afectos y amigos/as regados por todos lados por dónde vas pasando y construyendo tu vida. Lo cierto, es que alguna persona, en el nuevo edificio al que nos pasamos a vivir ofrecía compartir su servicio wi fi - en España dicen güifi- por una suma de dinero muy cómoda. El aviso en el que anunciaban la promoción estaba impreso a blanco y negro, se notaba que alguna persona se había tomado el enorme trabajo de gastar 10 céntimos de su presupuesto mensual de tinta para conseguir un socio o una socia que compartiera sus gastos de internet y había instalado cuidadosamente varias copias por todo el edificio, se leía en cada una de las paredes: "comparto güifi, mayores informes piso tal puerta tal". Sin embargo, el optimista aviso no duró mucho tiempo, para infortunio nuestro y de nuestro/a vecino/a, pues no tomamos los datos de manera rápida: la "eficiencia" de los/as administradores/as empeñada en mantener las paredes del edificio limpias y de paso el edificio incomunicado, había exterminado cualquier alternativa de solidaridad. Extrañamos profundamente la cartelera de nuestro antiguo edificio Nassún en Bogotá, en el que dejábamos cualquier tipo de comunicación: reclamos, solicitudes, deudores morosas/as de administración, denuncias, solicitudes de apoyo, etc. Se imagina uno, que cuando convive con otras personas en un mismo territorio, lo importante será hacer una apuesta por estrategias que ayuden a mejorar la convivencia, contribuir a la solidaridad para la solución de los problemas, hacer la mediación en el uso de los espacios y en fin proveer cualquier tipo de información que hagan la vida más fluida para todas las personas. Nunca entendimos este tipo de prácticas, más allá de la obsesión por el aspecto impecable de las paredes, por lo menos no entendimos que no dieran la alternativa de crear una cartelera de anuncios. Pero la humanidad se sobrepone a todo, es tozuda y terca, y por veces los mensajes claros y contundentes de determinadas formas de autoridad y poder vertical son los que rechaza con mayor empeño y vehemencia, a partir de aquel momento hemos encontrado muchos otros mensajes en las paredes, pareciera como si tuviéramos el empeño recurrente en restituir el carácter de público a lo que puede ser tratado como un asunto entre dos vecinos de manera más o menos privada. El mensaje de hoy estaba cargado y revestido de cierto límite, de un dique que acababa de ser roto, una emocionalidad contenida acababa de ser reventada, y dejaba derramar sus aguas desde las paredes justo hacia nuestras miradas, durante el día vi muchos vecinos leer el mensaje y hacer comentarios ente ellos/as, yo mismo no pude evitar tomar de manera un poco indiscreta la siguiente fotografía del papel en la que se leía:
"Por favor: se ruega a los inquilinos de las puertas 4ª no tirar colillas encendidas. Ni trozos de madalenas. Ni trozos de pollo [no entiendo por qué, con esta crisis]. Ni papeles sucios, por problemas de "hormigas". Se [que] lo tiren en su casa, en el cubo de la basura, "si tienen". Bajos 2ª. Se tomarán medidas".



1 comentario:

Anónimo dijo...

Quedé un poco en la luna pues no logré leer el contenido del mensaje...