lunes, 29 de septiembre de 2008

¿lógica infantil o el discurso de la época?

Fotografía tomada de aquí
Encendemos el televisor y mientras pasamos los canales, nos tropezamos con el National Geography: un tiburón tigre se come un pez pequeño sin que podamos hacer mucho para impedirlo. ¡¡¡Papá, los tiburones no pueden comer peces pequeños!!! ¡¡¡ No, no, no…!!!. Bueno hija, de algo tienen que alimentarse. Pueden alimentarse de agua. El agua no es suficiente, tienen que comer algo de carne. No pueden alimentarse de peces bonitos, solo de los que no lo son [¿peces feos, sin colores, deformes, gordos, grises, sin una aleta, con dientes grandes, o todo aquello que yo piense que cabe dentro de esta categoría?].
Foucault hablaba de prácticas discursivas para referirse a los discursos disponibles en una época para nombrar el mundo y los diferentes objetos que lo pueblan, es decir, las prácticas que constituyen nuestro modo de pensar y por tanto nuestras acciones [en mi restringida comprensión de Foucault]. Me pregunto si en aquello que mi hija dice, no se adivina un cierto aire de los discursos disponibles para esta época, un cierto espejo de esta manera que esta sociedad dictamina sobre las formas de ser correctamente bellos y bellas, la forma válida sobre la que nuestro cuerpo se presenta ante los otros. La decisión correcta que debe tomar el tiburón cuando hambriento, enfrente de dos peces y con la mirada fija en sus presas, tiene que elegir si comerse al pez payaso o una anguila. Mientras digo esto pienso en las miles de cirugías plásticas de senos, narices respingadas, cabellos rubios, y en tantos otros deseos de ser otros, otras, que se nos ofrece en cualquier catálogo o vitrina que nos muestra los cuerpos esculturales que debemos ser, que debemos poseer, que debemos esculpir, y que necesariamente no nos ofrece sino la imagen de nuestra propia negación. Es inevitable ver las imágenes de las chicas que murieron en las cirugías de liposucción [que sus padres y madres amorosamente regalaron en su día de cumpleaños] También pienso en las imágenes, que antes se tenían que importar hacia España para las campañas de mercadeo y publicidad, en la que aparecían niños y niñas, mujeres y hombres rubios, de ojos azules o verdes, porque no había una producción local de imágenes, pues las formas de ser bellos y bellas no se adecuaban a los estándares. En Colombia, aún hoy es igual, basta solo con mirar los comerciales de televisión. En fin, también pienso en todo el nuevo mito del ADN, la ingeniería genética los mapas del genoma humano, o en cómo se pueden mejorar las especies, como pueden ser más perfectas y resistentes. Sin duda alguna, todas estas nuevas narraciones científicas ofrecen una tentadora justificación a cualquier tipo de discurso que aún crea que existe una raza o especie superior, y a las que tenemos que mantenernos atentos y alertas.
Todo por un pez.

No hay comentarios.: